Cuando Pilato burlándose de ella, dijo que no podría crucificar al Rey de los Judíos (Marcos 15.9). Sus líderes quedaron indignados con la ofensa de Pilato y por eso lo presionaron y suplicaron que crucificase a Cristo, diciendo que su rey era César. Los judíos siempre habían rechazado intensamente el dominio del Imperio Romano, pero en aquel momento prefirieron a César en lugar de Cristo, a un romano en lugar de un judío.
Jesús afirmaba que quería un reino oculto dentro del ser humano. Los líderes judíos se sentían amenazados por sus pensamientos. Su plan era inteligente y demasiado complejo para ellos. Su propósito rompía todos los paradigmas existentes. Por eso, Cristo fue drásticamente rechazado.
Dr. Augusto Cury