Podemos entender que somos receptores que debemos conectarnos a la señal intensa que Dios está dando de su presencia. No podemos verlo pero podemos ser afectados por el toque de su presencia.

La presencia de Dios es algo parecido a la electricidad, no podemos verla que podemos ser afectado por su impacto. Y como creyentes podemos tener acceso a la realidad de Dios.
«Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo», 2 Corintios 12:9.